Spinosa

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¿Cómo transformar en un paraíso un rincón olvidado en el Mar Menor-Murcia (España)? ¿Cómo convertir en idílico ese lugar donde la playa estaba abandonada, un lugar escogido por los jóvenes para hacer botellón,  donde los restos de la noche se quedaban en la playa y el mar (botellas de plástico, cristal, etc.), cercano al aeropuerto de San Javier, con el fondo del mar lleno de “muertos” (ruedas con cemento que se utilizan para amarrar pequeñas barcas)?

Quien mejor puede contestar a esta pregunta es Jorge Spinosa. El es el creador y fundador de SPINOSA BOARDS. Su propia marca de Kite-Boards le precede. Es un amante y buen practicante de los deportes acuáticos, ha navegado prácticamente en todo lo que lleve una vela.

En la Avda. Radiobaliza Oscar núm. 2, 30710, de Los Narejos, Murcia, Spain, y a partir de una pequeña construcción que sirvió para oficina de ventas de una promoción de casas cercanas, que con la crisis quedó inutilizada, comenzó Jorge su proyecto. Aquella pequeña construcción se transformó en una tienda relacionada con el mundo de la vela, windsurf, Kite, etc.; Jorge fabricaba sus propias tablas de Kite, a las que ya bautizó con la marca SPINOSA. Cada mañana cuando llegaba para abrir su tienda, allí se encontraba restos de la noche anterior de los “amigos del botellón”. Aquella había sido una playa desahuciada por todo el mundo, pues no está lejos del aeropuerto de San Javier, y la basura acumulada en la playa y agua era importante.

Un amante del mar, y criado allí, no podía permitir eso. Primero solo, y luego con un grupo de amigos, peinaron la playa durante días. Lo que fue un lugar desapacible, comenzó a convertirse en agua limpia. Aquella caseta de obra se amplió gracias a la construcción de una magnífica estructura de madera, y al frente de la misma montaron una choza con una cobertura para dar sombra que vino directamente de ÁFRICA. Decoración étnica, con detalles que provienen de alguno de los viajes de Jorge, y que convierten aquel lugar en un rincón con mucha personalidad.

Todo allí está pensado para conseguir el verdadero bienestar. Horas y horas seleccionando la música, las imágenes en una gran pantalla de personas fluyendo mientras vuelan practicando el KITE-SURF, camarer@s especialmente seleccionados para dar buen ambiente, allí no es bienvenido el estrés ni la “mala onda”.

Tiene varios ambientes bien diferenciados: la tienda de surf, la escuela de vela, bajo la enorme choza africana el restaurante, sofás, mesas altas con taburetes, donde tomar un café o cóctel mientras ves el color azul del Mar Menor y su cielo lleno de cometas; hay dos zonas para la noche con mesas y sillas que se iluminan, una a pie de paseo marítimo donde puedes tomarte algo con tus hijos, y una terraza para los jóvenes o menos jóvenes desde donde las vistas son espectaculares.

La carta está pensada para aquella persona que ha pasado horas navegando y tiene mucha hambre: grandes ensaladas frescas, un buen surtido de tapas caseras donde me quedo con las croquetas (caseras de verdad) y los calamares, los hidratos de carbono que todo deportista necesita los encontramos en la pasta, aún recuerdo esa magnífica salsa boloñesa, varios tipos de pizzas  y sándwiches, y para terminar un magnífico surtido de “bocadillos gourmet”, que realmente son para ver, oler y comer; ¡Tienen una pinta! Precios realmente asequibles, si eres de comer bien y en cantidad, date una vuelta por allí. Ya sabéis que el mar abre el apetito, ahora cerrad los ojos e imaginaros una playa paradisíaca en el Mar Menor, bajo la verdadera sombra de una choza africana, escuchando muy buena música reggae, mientras degustas una ensalada césar  con un tinto de verano frente al mar. Realmente no os lo puedo explicar con palabras, tenéis que hacerlo. Aquí además de limpiar la playa, se reciclan las sobras del Restaurante.

Por la poca profundidad de sus aguas, el Mar Menor, es uno de los mejores lugares para aprender a navegar. Si la cometa te arrastra y hace que tragues agua salada, no te preocupes, sólo tienes que ponerte otra vez de pié, pues puedes andar kilómetros dentro del agua, que no te cubre. Esto facilita mucho el aprendizaje. Pero lo que más facilita es el buen equipo de monitores que hay, encabezados por el gran Ruben, un kitesurfero-rastaman, que consiguió que hiciera el beach-start en tan sólo un día, no olvidaré la técnica de la patada de Bruce Lee. El viento es además muy regular, siempre sube el térmico por las tardes, pero me quedo con un viento que sólo en el Mar Menor, puedes encontrar “el lebeche”: viento del SO. En el sur del Mediterráneo se produce por el desplazamiento de borrascas de oeste a este. Este desplazamiento provoca el movimiento de masas de aire tropical, cálidas, secas y polvorientas desde el Sahara (calima) hasta el sureste de España. A los que le gusta la acción, el Lebeche te la da y durante horas. Hay clases de Kite y Paddle.

Para finalizar el día, y tras una buena tarde de navegación, que mejor que una ducha una cena a pie del mar, y unas copas en la terraza para fluir de verdad. Organizan fiestas temáticas, e invitan a buenos cantantes de reggae o DJ´S que junto al mar hacen que olvides todo aquello que te molesta o apena. Allí la energía es positiva en todo momento.

Quiero terminar agradeciendo a Jorge su última proeza, que consistió en meterse en el agua, y gracias a la ayuda de alguno de su equipo, limpió todo el fondo de esa playa de los neumáticos llenos de hormigón que la gente había abandonado allí y que en su día sirvieron para amarrar sus barcas (comúnmente conocidos como muertos). Me explicó que consiguió llenar un camión entero de esas ruedas, que estaban contaminando el fondo marino. Es una persona preocupada por el medio ambiente y por el buen estado de nuestras playas.

Para que os hagáis una pequeña idea, es mejor que visitéis su página de FACEBOOK, “Spinosa Boards”. Allí hay fotografías de grandes momentos, y la localización exacta del mismo. Aunque no tiene pérdida, pues has de ir casi al final del paseo de Los Narejos, la cabaña africana no se pierde de vista.

Comments 1

  1. Juan Carlos

    He tenido la oportunidad de conocer ese pequeño paraíso del Mar Menor en varias ocasiones. Por circunstancias, hace tiempo que no me ha sido posible regresar, pero no hay día en el que no me acuerde y, como no, no lo eche de menos. A cualquier hora del día te transporta a un remanso de paz y serenidad. Lástima estar tan lejos.

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