La Cubana

Fluye Chiringuitos Leave a Comment

Raúl y Gloria buscaban un cambio en sus vidas, aunque Ella tenía un buen trabajo en la hostelería y a él no le faltaba tampoco un empleo, necesitaban algo que les llenase más, algo en lo que poner sus vidas, y que les reportase además de dinero para vivir, la satisfacción de sentirse realizados, de estar creando algo auténtico. En definitiva, sabían que no estaban fluyendo, y lo más importante es que eran conscientes de que con sus vidas rutinarias, no lo encontrarían fácilmente.

Gloria había estudiado en la escuela de Turismo, y trabajado mucho tiempo en la hostelería, entre la Isla de Mallorca, Barcelona. Raúl estudió Psicología, y siempre atraído por el lado social y humano de los locales de ocio, había vivido en Berlín, tiempo atrás, que junto a Barcelona, suponían dos puntos muy interesantes y vanguardistas a la hora de coger buenas ideas. De esta fusión, y de su bonita relación como pareja, surgió la idea de “tirar la casa por la ventana”, y buscar aquél lugar que hiciera que sus vidas “fluyesen”.

Recorrieron toda la costa desde Murcia hasta Portugal, sin encontrar el lugar que les llegase no sólo al alma, sino también a su presupuesto. Exhaustos, cansados, con la moral un poco por los suelos, caminaban por la Playa de Carvajal, en Benalmádena, buscaban otro chiringuito de madera del que le habían hablado, pero lo que les hipnotizó, lo que les hizo realmente sonreír, fue ver el lugar que hoy conocemos como “Chiringuito La Cubana”.

Se trata de una casa en plena Playa, “la arena llega hasta el mismo borde de la entrada”. Ha sido chiringuito durante los últimos veinticinco años, y cada uno le daba su toque personal. La única pista que tenían, era que el propietario se llamaba Antonio, y que paseaba en bicicleta por el Paseo Marítimo de Fuengirola. ¿Podéis imaginar buscar a un Antonio en bicicleta por Fuengirola? Con ese nombre tan “raro y diferente” seguro que lo encontrarían… Hace más de cuatro años que se pusieron a recorrer las calles de Fuengirola, preguntando a los ciclistas si se llamaba “Antonio”. Llovía intensamente, y tras entrar en un Bar, alguien les dijo quién era el arrendatario que lo habría cada verano. Las dudas y el temor a que ese arrendatario decidiera continuar con la explotación del Chiringuito, pusieron la preocupación en sus rostros, cansados y mojados por la lluvia. El destino es el destino, y aquél lugar les había llamado, había conectado con ellos, habían buscado hasta el límite de sus fuerzas, el lugar que les hiciera fluir. El anterior arrendatario decidió no continuar ese verano, les presentó al propietario, que tampoco tuvo inconveniente en alquilarles “LA CUBANA”.

Cuando caminas por las tablillas del camino que te lleva al Chiringuito “La Cubana”, comienzas a ver colores, paredes de colores, sombrillas de colores, muebles de colores, todo es de colores vivos y alegres, FUXIAS, AZULES, AMARILLOS, NARANJAS, VERDES, todo eso combinado con el color del mar y la arena de la playa, convierte ese lugar en único, en una explosión de felicidad, y sobre todo te sientes fuera de lugar, es como si una escena de tu mejor película se hubiera escapado hacia el mundo real. A ese colorido, le añadimos una pizca de la mejor música, que Raúl ha seleccionado durante los meses de invierno, puedes oír clásicos del pop y rock internacional, pop español, salsa, flamenquillo, etc., y no sólo en el mismo chiringuito, sino en toda la zona de tumbonas que tienen en la playa. ¡Imagínate! Estas en la tumbona, escuchando música, y de repente aparece un chico o chica que te ofrece una estupenda carta con ricos platos y deliciosos cócteles: Deliciosas e imaginativas ensaladas, hamburguesas caseras con toques especiales, algunos platos de cocina mejicana, wok de ternera o calamar, rico tartar de pescado fresco como salmón o bacalao, amplio surtido de bocadillos especiales, y la carta o menú para niños es muy apetitoso; en los cócteles encontrarás mojitos de distintos sabores, como el especial de coco, piña colada, y un amplio surtido de zumos naturales.

Es genial la decoración, al puro estilo de Berlín, han reciclado muebles que encontraron abandonados, con lija, pintura, y el resultado es genial. Ese espíritu reciclador lo extienden al tema residuos, con una clara conciencia ecológica, y como no en la limpieza de su playa.

Otros detalles que me gusta destacar, son los productos de primera calidad que utilizan, la cocina limpia, y además detalle importante en un chiringuito de playa, es encontrar los servicios limpios en todo momento. Nos encantó el wok de ternera, el tartar de salmón con guacamole, Tzatziki y el tinto de verano con granizado de limón.

Todo lo que allí puedes ver y vivir es reflejo del espíritu de esta genial pareja, que han sabido combinar a la perfección, los conocimientos de hostelería, el lado psicológico en el sentido de saber lo que la gente desea. La norma principal para los que allí trabajan, es ser siempre simpáticos, pero no forzadamente, sino naturales. Es parte de la selección del personal. A pesar de aguantar el calor entre las tumbonas, andar por la arena de la playa, con una pesada bandeja, siempre tienen la sonrisa en la cara. El servicio es rápido y la presentación de los platos buena.

¡¡Enhorabuena a ambos, y a toda vuestra gente!!

¡¡ESTE ES UN CHIRINGUITO QUE FLUYE!!

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